salón de juegos
Hace un año cerró una sucursal de Bankia cerca de mi casa y, paradójicamente, en pocos meses abrió un salón de juegos. "Salón de juegos", pocos eufemismos más feroces he visto: eh, es un salón, estarás como en casa; y son juegos, hombre, como el Parchís. Jugar en bueno, nos hace relacionarnos con los demás, potenciar destrezas. Como jugar en tu salón.
En esta época en la que hemos conseguido que esté prohibido fumar en sitios cerrados, que esté mal visto estar borracho por la calle a las tres de la tarde o que el maltrato animal sea algo penado, todavía hay salones de juegos a la vista de todos, con sus luces de colores y esas caras de felicidad —muchas femeninas y en bikini— animando a entrar. Hasta a veces te ponen a un deportista en es escaparate, como si estuvieras jugando a fútbol al entrar. También están ahí los casinos vía teléfono a partir de cierta hora y los anuncios que los publicitan a la hora que sea. Ayer mismo vi uno por la mañana: un tipo cansado de todo, hastiado, extenuado por su trabajo y el mundo en general, llegaba a casa por la noche para, por fin, ser feliz frente al casino de la televisión. Ahí sí podía ser él mismo, ahí podía mostrar al máximo sus habilidades. En un juego de azar. Basta ir por el centro de Madrid para ver la cantidad de "salones de juego y apuestas" que hay, han proliferado como setas. Para mí son como los puticlubs de carretera que vemos ya como parte del paisaje, con sus luces de neon y esas vallas que evitan que se vena los coches aparcados. La diferencia es que no está mal visto que alguien entre a gastar sus euros en una máquina tragaperras con la esperanza de que se vean multiplicados por diez. Porque eso es casi todo lo que hay en estos salones, tragaperras y apuestas. "Cada uno que haga lo que quiera con su dinero", dirán. Pero creo que si las leyes nos obligan a llevar el cinturón de seguridad por nuestro propio bien, también deberían tener en cuenta que muchísimos de los que entran a los salones de juego tienen un problema que no para de crecer, que se reproduce hasta hundirlos y hundir a sus familias y que se tiene cierta responsabilidad sobre esos trastornos cuando no se hace nada por evitarlos. ¿Y por qué no se evitan? Está claro: para el estado, para los ayuntamientos, para quien sea que recoja esos impuestos, los juegos de azar son apuesta segura. |2015-06-23 | 10:30 | lolamentaciones | Este post | | Tweet
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