la escritura abisal
Ayer estuve en el fallo del XXVI Premio de Narración Breve de la UNED. Era una de las finalistas y, aunque no contaba con ganarlo, había una mínima posibilidad y en tal caso era obligatorio asistir al acto. El premio en sí es cojonudo, tanto por el dinero como por el reconocimiento: ha sido ganado por autores conocidos y goza de bastante prestigio dentro del mundillo literario. No gané, claro, así que sigo no teniendo 4000¤ más, pero estar entre los 21 finalistas de casi 2000 relatos ya es premio suficiente para mí. Los relatos ganadores que he leído son realmente buenos.
El caso es que antes me había puesto a buscar un poco sobre la historia del premio y, por lo visto, va la tele y todo. Graban un poquito al ganador comentando el relato y el premio y se publica también en la web de la UNED. Supongo que todo esto es lo normal en los premios 'tochos', pero casi agradecí no haberlo ganado (ejem, es un decir): los autores son seres sesudos que dicen cosas muy importantes sobre literatura. Sus influencias son complejas, un poquito de Beckett, otro poquito de Chéjov, un discurso elaborado, muy floreado e intenso. Desde luego, yo no habría sabido qué decir. Porque claro que me gustan más unos autores que otros, estoy leyendo muchísimo relato y de todos saco algo de técnica o alguna idea, pero la forma en la que se configura tu modo de escribir creo que va muchísimo más allá de los clásicos. Quizá habría dicho que me influyen las series que veo, mis alumnos o Twitter, pero claro, qué tontería más gorda decir eso entre señores trajeados. Eso me recuerda a alguna conversación que he tenido últimamente sobre la literatura abisal (así la llamo yo, no es nada normativo), aquella en la que la historia es lo de menos y en la que el lector tiene que participar tanto tanto tanto en la lectura profunda que cada uno va a hacer una interpretación completamente diferente a otro. En el otro extremo está Dan Brown y similares, con las historias planas, plenamente explicadas, sin cabos sueltos, aquellas en las que el lector no tiene que poner nada de su parte más allá de "la eme con la a, ma". Todo está tan mascado que no hay que hacer nada más que pasar páginas. Pues bien, entre una cosa y otra me quedo con lo primero, claro, pero con lo primero bien hecho. Creo que muchas veces los escritores se miran demasiado el ombligo esperando que el lector sepa lo que quiere decir. Leer una historia con diferentes lecturas es maravilloso, pero cuando esas lecturas son paralelas: que uno pueda quedarse en la más superficial o pueda ir profundizando a otras interpretaciones posteriores. Sin embargo, creo que si ya la superficial no tiene sentido, para mí tampoco lo tienen las demás. Por muy abisales que nos pongamos. |2015-06-03 | 16:11 | escritura | Este post | | Tweet
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