el chico plastilina y los teléfonos
En realidad se me acumulan las historias, se amontonan pero no como piedrecitas zen sino como la mierda en el salón. Y claro, la mierda del salón da pereza limpiarla de poco en poco, así que es preferible que cuando se limpie, que sea de golpe. Virtualmente limpiada queda.
Lo más divertido de este mes es una anécdota que se repite día tras día y con la que me río día tras día sin que el que la provoca tenga ni idea de por qué lo hago. —Profe, me duele la barriga —dice a las 8:25 con cara de plastilina el primer alumno dolorido del día. —No te preocupes, llama a casa —digo ya como un mantra. —¿Es marcando? —dice él mirando con extrañeza un teléfono fijo no inalámbrico. —Sí, descuelga y marca —digo yo, sabiendo lo que viene después y preparando la sonrisa. Tras unos segundos, el chico plastilina busca con desesperación una tecla verde de "llamar" entre las teclas del teléfono. —No te preocupes, empieza a llamar él solo en cuanto acabas de marcar —le digo—. Es así. —¡Qué moderno! —dice el chico plastilina mientras prepara la triste voz de dolor de barriga para su señora madre. |2013-10-08 | 19:08 | escritura | Este post | | Tweet
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