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con cocina de leña

-Ay, no han puesto la luz, claro, supongo que hay facturas sin pagar desde hace un par de meses... Bueno, mira, te lo enseño con la luz que entra: Ésta es una habitación, como ves es grande y seguramente no tengas que tirarlo todo y puedas aprovechar la cama o el armario. Ésta es otra habitación, parecida. Ésta es la cocina, y sí, es de leña, ya deben de quedar pocas cocinas así por Madrid. El baño es pequeñito pero mira el salón y la otra habitación...

Jamás había visto un piso tan antiguo. La mesa camilla tiene todavía ese tapete de plástico que ya casi no transparenta, con una navaja vieja encima y migas de pan. El suelo está repleto de cosas, como si se hubiera desordenado todo y puesto luego al azar sin importar dónde. Hay una muñeca que debe de tener más de cien años. Uno de los sillones tiene a los pies, milagrosamente bien colocadas, unas zapatillas de casa. El piso en sí se cae a trozos, todo sea dicho, pero no podía dejar de observarlo.

Ya en la calle, Alberto, con esos ojos brillantes, llorosos y casi sin color que se tienen con ochenta años, me dice:

-Si te digo la verdad, todo esto me da mucha pena. He nacido en esta casa, he vivido aquí toda mi vida, aquí se han criado mis hijos y es la primera vez que entro desde que... desde que... En fin, que vaya día que hace, ¿no?

|2010-02-25 | 23:15 | escritura | Este post | | Tweet

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Comentarios

1	De: Ru Fecha: 2010-02-25 23:55
:(

2	De: Nico Fecha: 2010-02-26 12:23
Glups, qué penita. Entre otras cosas por tener que andar enseñando pisos con ochenta años.

3	De: Palimp Fecha: 2010-02-26 14:21
Que tristeza, esos puntos suspensivos.

4	De: Lola Fecha: 2010-02-26 16:50
Ya, no sé dónde estará ahora, si con hijos o en una residencia, pero pensé lo mismo, ¿qué necesidad tendrá este hombre de estar enseñando un piso a estas alturas de su vida? En fin, espero que lo venda pronto...