Teóricamente quizá debería ponerme hoy en plan tremendista, fatalista y todos los "ista" que se me ocurran, pero mejor no, que a mí se me nota la falta de práctica. Además, el tic tac a toda leche sólo me deja pensar lo más tremendista que se me ocurre es alguna canción de los dos Joaquines maestros. Por eso y por la premura de escribir algo de nuevo entre el frío, en la escalera y con cielo abierto sobre la cabeza (i.e., en el jardín), os contaré lo último que leí ayer, a eso de las 8 y media, en el metro, hilvanando una sonrisa al leerlo.
Hace un tiempo Miguelito me dijo que había estado leyendo posts antiguos de cuando estaba en París (se borraron casi todos los comentarios, una pena) y a mí me dio un poco de morriña (pronunciado con acento francés eso de "morriña", es decir, moguiñá) y también repasé alguno que otro. Había uno que se llamaba "París bien vale una misa" y la verdad es que se me quedó grabada la duda: ¿de dónde viene esa expresión?. Se ve que al día siguiente se me olvidó, porque seguro que está en Google, pero para mi sorpresa vino a mí ayer como quien no quiere la cosa. Por lo visto, resulta que estaba Felipe II haciendo lo mismo que su padre, es decir, imponiendo la religión católica en todos los fueros que pudiera, porque él lo valía y por aquello de mantener el Sacro Imperio en alza. En su intento de eliminar rastros (imposibles de eliminar, por otra parte) del protestantismo, se le puso Francia entre ceja y ceja. En realidad, las cuestiones religiosas eran más bien una excusa como otra cualquiera para invadir trozos del país vecino, pero bueno, también usó esta excusa la Santa Inquisición para recaudar dinero y nadie pone el grito en el cielo. El caso es que en Francia estaba recién llegado el primer Borbón, protestante él, y vio que sus territorios estaban en peligro. Pues bien, en lugar de enzarzarse en otra guerra absurda, decidió cambiarse al catolicismo y dijo lo de "París bien vale una misa". A Felipe II no le quedó otra que volverse al Escorial con el cabreo contenido.
Hale, paréntesis histórico a las once y media de la mañana. Voy a desayunar algo...
Claro, con los tercios de Flandes habiendo vapuleado a los gabachos en la batalla de San Quintín, a las puertas de París. Y sí, Felipe II se volvió a Madrid y loco de contento, mandó montar el Escorial :-D
Bueno, vale, la cosa no es tan inmediata como lo he pintado, pero es que con decirle a los franceses de aquella época que se iba a armar la de San Quintín, se cagaban vivitos :-D
Algo de culturilla nunca viene mal. A ver señora matemática..., ¿de dónde viene la expresión ser más chulo que un ocho? Si lo sacas te invito a un café. Jejeje. Un saludo.
uy...Luar... lo voy a pensar... no... lo voy a buscar... aquí está:
Con esta frase, originaria de Madrid, se alaba la majeza de alguien. Se cree que la frase alude al tranvía número ocho, que a principios del siglo XX hacía el recorrido de Puerta del Sol al barrio de Manzanares. El dicho viene de la chulería y majeza de quienes se trasladaban al Paseo de San Antonio de la Florida los días de romería.
Fue Enrique IV Borbon que paso de protestante a catolico solo porque para ser gobernate de
paris habia que serlo. Asi que si deseaba ser el monaraca de Francia debia ir a misa cada domingo.Entonces pronuncio su frase..."Paris bien vale una misa"....BYE
Ademas el llego al poder de casualidad cuando en la famosa guerra ,por llamarlo asi,de los 3 Enriques se enfrentaron Enrique de Guisa, Enrique de Navarra y el otro Enrique; unos contra otros y al finalsin querer queriendo el salio con vida pese a haber sidod derrotado por todos. BYE...
Tenía entendido que este buen Rey era Inglés, y para anexar Francia a su reino se casó con la hija del Delfín (Rey Francés). Así París bien valió una misa!
Cuando murió Enrique III de Francia en 1589, la corona francesa recayó en Enrique de Navarra, pero este sólo contaba como rey para los hugonotes, ya que era protestante. Los católicos, por otra parte mayoría, se oponían a su reinado. Después de unas cuantas batallas, y ante la imposibilidad de ser rey por la fuerza, el 25 de julio de 1593 Enrique de Navarra se hizo católico facilitando así su acceso al trono como Enrique IV de Francia. Fue entonces cuando pronunció la famosa cita: "París bien vale una misa".