Hoy he dicho que 49 era primo. Parecía primo, vaya. Y eso se ha pegado mágicamente en la cabeza con lo primero que he pesando esta mañana al despertarme: "Pedir que un matemático sepa hacer cuentas es como pedir que un escritor tenga buena caligrafía".
No, no sé porque habré pensado eso...