Como una mula
Por fin ayer (lo escribo hoy, pero pienso que ya fue ayer) me mudé. Una locura. Nadie dijo que iba a ser fácil. En principio quedé con la novia del chico que me lo alquila (él es de lo más europeo y vive en Bruselas, sacando a inocentes de la cárcel por la vía legal)... decía que quedé con ella a las 8 de la mañana pero, cosas del amor, ella había ido a visitarle y no encontró tren para el domingo por la noche. Eso me suena de algo. Al final el apointment (con ellos hablo en inglés) era a las 21.15 (nota: ahora mismo son las 20.33, estoy esperando dentro del edificio).
Total, que salgo de la universidad a eso de las 6 de la tarde y voy hasta Funtané-su-buá a coger mis cosillas, en fin, cuatro trapos, un librillo La maleta, al venir en el avión, pesaba 38 kilos, y ahora más. La megamochila, en el aeropuerto eran 23 kilos, ahora pongámosle 3 más. El portátil pesaba lo mismo que pesa ahora y la guitarra, pues también, pero ocupa mucho espacio. Y ahí voy yo, toda valiente. Tardé 5 minutos en bajar 20 escaleras, la lié dentro del tren, luego tenía que cambiar a metro, línea 4, y la maleta se quedó atascada en la entrada donde hay que picar el tiquet. Mi portátil y guitarra estaban allí, en la zona segura, en la componente conexa adecuada, estaban al lado de un montón de gente que pasaba a su lado, mirándolas, y mi maletón se interponía entre la guitarra y el portátil y yo. Nada, ni padelante ni patrás. Tras unos 5 minutos en los que milagrosamente nadie se llevó el portátil, conseguí desatascarla pero entonces el tiquet ya no valía, porque era personal e intransferible de verdad. Al final he conseguido entrar por donde se suele salir, con ayuda, eso sí. No sé si podré volver a entrar (o salir). Consigo meterme, con mucho esfuerzo y haciéndome espacio, en el metro y se pone a decir el metrero (¿tendrán un nombre especial los conductores de metro?) que se niega a andar y que esa línea queda paralizada hasta que no venga la policía a echarlo de ahí, que está de huelga y punto. La gente se partía de risa pero yo no. Al final se ve que alguien le convenció de que esa actitud iba a costarle su puesto de metrero y ha decidido andar un poquito más, hasta dejarme en mi parada. Salir, sobra decirlo, fue una odisea. (Y aquí ando, esperando las llaves de un piso vacío, de 23 m^2, que me obligará a trabajar haciendo crepes los fines de semana para poder pagarlo mmm crepes pero adivinad qué cenaré hoy... Un bocata de espetec Casa Tarradellas. Ea.). |2004-10-19 | 01:00 | | Este post | | Tweet
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